Si juntamos preguntas y dinero, el resultado generalmente es alguien que se siente incómodo. ¿Por qué nos cuesta tanto hablar de nuestras finanzas?
Quizás te pase como a mí, que desde pequeño era un tema tabú, que debía ser transparente para los niños… «son cosas de mayores», «no te tiene que preocupar». Y eso puede habernos llevado a ignorarlo, a lo de «voy tirando, prefiero no pensar en ello». Sin embargo, el poder de las preguntas para cualquier aspecto de nuestras vidas, incluido el dinero, es más importante de lo que parece. ¿Te animas a responder unas pocas?
La calidad de tu vida es un reflejo directo de la calidad de las preguntas que te haces a ti mismo.
Tony Robbins
Hace poco me acabé de leer el libro The Coaching Habit: Las 7 preguntas clave para liderar equipos y las organizaciones del siglo XXI, de Michael Bungay Stanier, un coach ejectutivo bastante top en Canadá. Se lee rápido, es fácilmente digerible y, aunque está orientado a managers, la verdad es que se lo recomiendo a cualquiera, independientemente de su trabajo.
En este post vamos a visitar las 7 preguntas que expone Michael Bungay en su libro. Como verás, nos pueden ayudar a reflexionar sobre el dinero.
1. ¿Qué estás pensando?
Venga, pongámonos en situación. No sé seguirás de cuarentena cuando leas estas líneas, pero seguro que haber pasado por este encierro te ha dado el tiempo y espacio para pararte y pensar. Pensar sobre tu salud y la de tus seres queridos, pensar sobre tus relaciones y probablemente también sobre tus finanzas, tu dinero y tu trabajo.
Abres la banca electrónica y ves el saldo de tu cuenta. ¿Qué estás pensando?
En el cliente en el que estabas trabajando han hecho un ERTE del 90% de la plantilla. ¿Qué estás pensando?
Tus inversiones han caído un 40% en menos de un mes. ¿Qué estás pensando?
Es un pregunta directa y abierta. Es fantástica para abrir una conversación, pero también para hacérsela a uno mismo. ¿Te animas?
Coge lápiz y papel y empieza a vaciar tu mente de todas esas ideas, preocupaciones e inquietudes que tienes acerca del dinero.
2. ¿Y qué más?
Sigue rellenando tu lista. Cuando pienses que has terminado pregúntate: ¿y qué más? Seguro que salen unas cuantas cosas. Tómate tu tiempo. ¿Algo más? Como ves, es una gran pregunta para generar opciones.
Genial. Buen trabajo.
Relee lo que has escrito. Buff, ¡qué montón de cosas! Llegó el momento de poner foco.
3. ¿Cuál es tu auténtico desafío en esto?
Ahora llegamos a un punto en el que necesitamos ser sinceros con uno mismo. Repasando la lista, acabarás encontrando algunos patrones. Pero tienes que rascar, tirar del hilo hasta dar con tu auténtico desafío. Y fíjate en dos cosas: primero, hablo de desafío y no de problema, parece una chorrada pero cambia totalmente tu actitud para afrontarlo; y segundo, no es un desafío genérico sino TU auténtico desafío, para ti, totalmente personal.
Sin una buena pregunta, de nada sirve una buena respuesta.
Clayton Christensen
Vamos con un pequeño ejemplo de una conversación ficticia. Está muy «acelerada», pero creo que es bastante ilustrativa:
¿Qué estás pensando?
Me preocupa la incertidumbre económica actual con esto del COVID-19.
¿Y qué más?
Bueno, en realidad podría verse afectada mi empresa.
Vaya, no tenía ni idea.
Puede afectarnos a unos cuantos. Hablan de que van a hacer un ERTE, pero no sé sin con eso llegará. La mayor parte de nuestros clientes son hoteles, así que…
Entiendo. ¿Y cuál es tu auténtico desafío en esto?
Siendo sincero, creo que me he acomodado mucho en mi puesto de trabajo. Si acaba cerrando la empresa, no sé si podré encontrar algo.
Volvamos con tu ejercicio. ¿Has encontrado tu auténtico desafío? Quizás tengas varios. La pregunta «¿y qué más?» te ayudará de nuevo. Localízalos, escríbelos y finalmente, quédate con el esencial.
Si te has quedado un poco atascado respóndeme: si pudieses superar uno y solo uno, ¿cuál sería?
4. ¿Qué quieres?
Genial, ya estás enfocado. Sabes cuál es tu auténtico desafío con tus finanzas. Es hora de responder a la siguiente pregunta: ¿qué quieres? Imagínate el resultado de antemano, puede ayudarte… pero quizás te cueste un poco responder. Responder de verdad.
No es una pregunta fácil, al menos para mí. Este es otro punto en el que te tocará remover en tu interior. No se trata solo de lo que quieres, busca el para qué. Y esto está muy ligado a las necesidades subyacentes. Tenerlo claro marcará la diferencia, es un aspecto clave para que tengas y mantengas tu motivación en el nivel adecuado.
Seguimos con el ejemplo…
¿Qué te hace pensar eso?
Llevo años sin formarme, mi trabajo se ha vuelto monótono y repetitivo, pero al menos es seguro. Bueno… lo era hasta ahora.
Voy a ir al grano… ¿Qué quieres?
Quiero que esto acabe de una vez.
Céntrate en lo que está en tus manos, en aquello que dependa de ti. ¿Qué quieres?
Quiero… quiero estar bien valorado profesionalmente y poder elegir entre muchas opciones para trabajar. No buscar trabajo, que las empresas me busquen a mí.
Me gusta lo de pensar en grande y ejecutar en pequeño, con pequeños pasos que te van acercando a tu objetivo más y más. Venga, sin miedo a apuntar alto. ¿Qué quieres y para qué? Sí, claro… escríbelo.
Has pasado de multitud de pensamientos y preocupaciones sobre tu dinero a identificar tu auténtico desafío, y por fin has llegado a lo que quieres y para qué. Es un gran avance; ahora tienes una brújula que te marca la dirección que debes tomar.
¿Lo ves muy lejos? Piensa en el primer paso que podrías dar. ¡Y no el más difícil! ¿Qué te parece ir a por un quick-win y coger inercia positiva? Y después otro paso, y otro más…
5. ¿En qué puedo ayudar?
Si has leído «Los cuatro acuerdos», coincidirás conmigo en que esta pregunta nos ayudará a respetar uno de ellos: no hagas suposiciones. Tenemos tendencia a creer que sabemos lo que la otra persona está pensando, o lo que necesita; queremos ir corriendo con soluciones y consejos de nuestra cosecha, pero no siempre es lo acertado, ni lo mejor.
Volvamos al ejercicio de reflexión que estás haciendo sobre tus finanzas. Relee tu respuesta a la pregunta «¿qué quieres?» y ahora respóndete a ti mismo: ¿en qué puedo ayudar? Identifica esas cosas que puedes hacer, hábitos y costumbres que cambiar, etc. que te van a ayudar a acercarte a tu objetivo, a lo que quieres. ¡Apúntalas!
Perfecto. Démosle la vuelta a la tortilla: toca apuntar todo aquello que te dificulta llegar a tu objetivo, lo que te ralentiza o incluso te aleja. ¿Ya lo has escrito?
6. Si dices que sí a esto, ¿a qué estás diciendo que no?
Llegamos a los costes de oportunidad. Tenemos un tiempo y unos recursos limitados. Cuando decides tirarte en el sofá a ver una peli estás renunciando a una hora y media de sueño, o de lectura, o estudio, o a una buena conversación con tu pareja. Cuando decides irte de vacaciones a lo grande, quizás has renunciado a ese empujón que necesitaba tu colchón de tranquilidad para llegar al nivel que se merece; o viceversa.
Esta pregunta te ayuda a ver el precio que vas a pagar. A tomar decisiones conscientemente, sabiendo que elegir una cosa supone decir que no a otras.
Vuelve a lo que quieres. Si dices que sí a esto, ¿a qué estás diciendo que no? Probablemente tendrás que decir que no a alguna de las cosas que identificaste hace unos minutos, las que te alejan o te ralentizan para alcanzar tu objetivo. Resáltalas y añade otras cosas a las que estás diciendo que no.
7. ¿Qué es lo que te ha resultado más útil?
La última pregunta es la del aprendizaje. Para aprender no basta con hacer las cosas, además debemos pararnos y reflexionar acerca de lo que hemos hecho. Así es como identificamos las cosas que hicimos mal, las que podemos mejorar y las que hicimos de forma impecable. Esto nos guiará y permitirá hacer los ajustes necesarios para que la próxima vez las cosas nos salgan mejor.
Ya estás acabando el ejercicio. Sólo te falta responder una cosa: ¿qué es lo que te ha resultado más útil de hacerlo? Estaré encantado si lo quieres compartir conmigo.
Conclusiones
En este artículo te he contado cómo, a través de las 7 preguntas expuestas en el libro The Coaching Habit, podemos mejorar nuestro nivel de consciencia, incluida la financiera.
Estas preguntas también las puedes usar en tus conversaciones para que sean más profundas y, en muchos casos, más efectivas. Se trata de preguntar más y aconsejar menos, lo cual ayuda a que la otra persona encuentre sus propias respuestas, incrementando su grado de confianza, autoestima y autonomía.
También te estuve guiando para hacer un ejercicio de toma de consciencia respecto a tu situación financiera. ¡Seguro que has sacado unas cuantas ideas y acciones para realizar!
¿Qué quiero? Que me digas qué te ha parecido esta entrada y, si te ha gustado, que la compartas en redes sociales.
¿En qué puedo ayudar? A que no te olvides de hacerte las preguntas adecuadas y a que encuentres tus respuestas. El primer paso simplemente es que me lo digas a través del formulario de contacto.
Saludos, kaizener!
Victor
Siempre he pensando que muchas preguntas no se hacen por miedo a las respuestas… buen post.
Javier González
Estoy de acuerdo, y eso puede ser que nos pase tanto consciente como inconscientemente (porque hemos sido condicionados para eso). Me recuerda el discurso de Jose Luis Sampedro hablando sobre la libertad de pensamiento y la libertad de expresión; la segunda en verdad no vale de nada si no tenemos la primera. Lo triste es que nos han educado para no ser librepensadores (a nivel de sistema educativo y lo que vemos en los medios). Y esto nos afecta a muchos más ámbitos de la vida más allá del dinero.
Un saludo y gracias por comentar, Víctor!!!