Según la tradición del pueblo tolteca, existen cuatro acuerdos ancestrales que permiten tener un vida más plena y feliz a todo aquel que los siga y respete. Tienen una aplicación muy clara de cara a las relaciones intra e interpersonales, pero… ¿nos pueden ayudar con nuestra relación con el dinero? Sigue leyendo para descubrirlo…
Estos acuerdos están explicados en detalle en el fantástico libro «Los cuatro acuerdos» del Dr. Miguel Ruíz, lectura más que recomendable. Paso a enumerártelos para después revisarlos bajo la perspectiva de las finanzas personales. Son los siguientes:
- Sé impecable con tus palabras.
- No te tomes nada personalmente.
- No hagas suposiciones.
- Haz siempre lo máximo que puedas.
Fáciles de entender, ¿verdad? Otra cosa es vivir de acuerdo a los mismos; de hecho, casi hasta parecería ir a contracorriente. Y ahora ¡a desgranarlos!
1. Sé impecable con tus palabras
Las palabras tienen mucho poder: pueden herir y pueden sanar, pueden hacer reír y hacer llorar, pueden hundir y también pueden inspirar. Nadie debería usarlas «alegremente», soltando lo que primero que se le pase por la cabeza… pero aun así, en muchas ocasiones lo hacemos. Tampoco creo conveniente llegar al extremo de medir todas y cada una de ellas, lo cual resultaría forzado. Es importante no sólo lo que dices, sino también cómo lo dices.
Ser impecable con tus palabras significa, según la RAE, «estar exento de tacha» con ellas, es decir, sin defectos que las hagan imperfectas. Entonces, ¿qué serían «palabras perfectas»? Para mí lo serían aquellas que transmiten con precisión y exactitud aquello que quieres decir, de una manera cordial, y de acuerdo a tus valores y principios.
Las palabras que usas, realmente las usas en dos ámbitos claramente diferenciados:
Tu mundo interior
Son las palabras que te dices a ti mismo, tu diálogo interior. ¿Cómo te hablas?, ¿qué te dices?, ¿eres juez, víctima y verdugo respecto a tus comportamientos?, ¿te justificas cuando no haces lo que sabes que deberías hacer?, ¿te animas o te autosaboteas? En mayor o menor medida, todos tenemos dos voces: la que nos habla desde el amor y la que lo hace desde el miedo. ¡Y las dos quieren ayudarte! Pero ven el mundo de formas diferentes, así que escucha lo que tengan que decirte, y recuerda que en cualquier momento puedes subirle o bajarle el volumen a la voz que te interese.
Tu voz interior te dirá muchas cosas que podrán afectar a tus finanzas personales, tanto directa como indirectamente. Pon especial atención a aquello que te dices sobre tu valor, ya que es algo que afectará a la clave del trabajo (el primero que tiene que percibir tu verdadero valor eres tú mismo), y sobre lo que te dices acerca del dinero: lo escaso o abundante que es en tu vida, lo bien o mal que lo gestionas, lo importante o superfluo que es para ti, lo mucho que te ata o las opciones que te abre, etc.
Recuerda que «aquello en lo que te enfocas se expande», y no estoy hablando de leyes metafísicas, es neurociencia; nuestro cerebro tiene un área, llamada sistema de activación reticular, que actúa como un gran filtro que muestra aquello que le dices que es importante para ti e ignora aquello que no lo es. Por eso cuando vas a ser padre o madre de pronto no dejas de ver embarazadas y carritos de bebés por la calle. ¿Es que ahora hay más que antes? ¡Qué va, pero ahora es más importante para ti que antes!, así que tu cerebro te lo muestra. Por tanto, ¿qué le dices a tu cerebro sobre el dinero y el trabajo?
Tu mundo exterior
Son las palabras que dices a los demás, tu diálogo exterior que marca en gran medida tus relaciones interpersonales. Somos animales sociales, y una buena comunicación es crucial para unas buenas relaciones. Saber comunicar eficazmente es una habilidad que también puede disparar tu carrera profesional y/o tu negocio, y las palabras son una parte esencial de la comunicación.
Como corolario, quiero añadir que no sólo seas impecable y preciso con tus palabras, sé impecable y preciso con tus números. De esta manera, cuando tus finanzas personales «te hablen», lo harán en base a hechos objetivos y precisos, con lo que podrás tener una relación basada en la realidad con el dinero.
2. No te tomes nada personalmente
El segundo acuerdo no es nada fácil de cumplir. ¿Cómo no me lo voy a tomar personalmente si que ha dicho que soy…? Hay circunstancias, situaciones y personas que te pondrán a prueba, pero ni lo que te pasa ni lo que dicen de ti es «personal». Te verás en situaciones en las que tú no tienes nada que ver, que son circunstancias externas que están más allá de tu círculo de influencia; por ejemplo, yo me vi obligado a un traslado forzoso porque «se comieron» a mi antigua empresa y unos años más tarde en medio de un E.R.E. en el que me podrían echar a la calle. ¿Me afectó personalmente? Claro, pero no era personal… lo que sí es personal es lo que haces con lo que te sucede.
Cuidado cuando te tomes las cosas personalmente, porque podrían arrastrarte emocionalmente y nublar tu sentido común a la hora de tomar decisiones. Esto es algo de especial importancia a la hora de invertir. En el mundo de las inversiones la gestión emocional es clave porque pasan muchas cosas ajenas a ti que harán que los mercados se muevan a veces de manera irracional e impredecible. «¡Joder, en cuanto compro acciones de ACME después siempre bajan!«, «¡Iba a comprar la casa y, por un retraso del banco con la tasación para la hipoteca, los precios ya han subido un 10%!«. Evita que arrastren las emociones en la toma de decisiones financieras y ten en cuenta que invertir requiere cierto grado de desapego emocional; no es nada fácil cambiar el chip para algunas personas.
Otra cosa que me viene a la cabeza con este segundo acuerdo es que no deberías juzgarte y avergonzarte de tu pasado financiero. No es personal que te hayas criado en un familia que te transmitió algunas creencias negativas sobre el dinero o que no te enseñase a gestionarlo, no es personal que el sistema educativo ignorase por completo tu educación financiera, no es personal que la seguridad social esté en quiebra técnica, como tampoco lo es que los medios de comunicación te condicionasen para ser un buen consumidor y para ver el mundo de las inversiones como algo arriesgado y exótico donde perder tu dinero. Ahora estás abriendo tu mente a otras formas de pensar y de ver las finanzas que te permitirán llegar mucho más lejos; pero primero acepta tu pasado y aprende de él.
3. No hagas suposiciones
Nos encanta hacer suposiciones, juzgar, interpretar las cosas y a las personas. Nuestro cerebro siempre trata de encontrarle un sentido a las cosas y también es experto en encontrar patrones. El problema es que a veces lo hace a costa de sobresimplificar. Esto es muy peligroso a la hora de gestionar las finanzas personales, así que:
- No des nada por hecho. Estamos en un mundo en el que todo cambia, y cada vez más rápido. Tu capacidad de adaptación es tu mejor activo para «sobrevivir» en un futuro incierto. Así que conecta con tu niño interior y mantén una actitud curiosa ante la vida, cuestiónate las cosas y mantente abierto a nuevas posibilidades. ¡Ah!, y para lo expertos y gurús también aplica: no des por hecho nada de lo que dicen. Tenlo en cuenta, forma tu propio criterio y responsabilízate de cómo usas esa información que te proporcionan.
- Cuidado con las proyecciones futuras, sobre todo si hay factores que no dependen de ti. Habrás oído más de una vez que «rentabilidades pasadas no garantizan rentabilidades futuras», pues es así. Lo he vivido con unas cuantas de mis inversiones y de verdad, las proyecciones sobre el papel lo aguantan todo, son maravillosas. Después recibes algunas dosis de realidad y entiendes por qué es tan importante mirar al futuro y protegerse adecuadamente. ¿Cómo? Diversificando, poniendo a tu favor las probabilidades de éxito en tus negocios e inversiones, sabiendo lo que haces y aplicando sentido común. Si vas a hacer proyecciones te recomiendo que utilices al menos tres escenarios: pesimista, neutral o realista y optimista. Y responde sinceramente a las preguntas «¿qué es lo peor que podría pasar?», «¿cómo cambiaría mi vida en ese caso?» y «¿estoy dispuesto a asumir ese riesgo?» en tu proceso de toma de decisiones.
- Ojo con tu futuro laboral. ¡Incluso aunque seas funcionario! Las reglas de juego podrían cambiar en cualquier momento y ¿qué pasará si te ves de pronto sin trabajo y sin los conocimientos y competencias necesarias para resultar de valor a la sociedad? Ten en cuenta que, con el ritmo de avances tecnológicos que llevamos, se van a automatizar más de 700 profesiones en los próximos 20 años; reinventarse no va a ser una opción, más bien una norma para muchos de nosotros. Yo centro el tiro ahí: seguir creciendo como persona y profesional para que lo que yo sepa hacer aporte valor a otras personas. Además, me gusta desarrollar habilidades y competencias «todoterreno», es decir, que me resulten útiles en muchos ámbitos de aplicación personal y profesional (por ejemplo habilidades sociales, habilidades de aprendizaje, etc.). Y, cómo no, generar otras fuentes de ingresos alternativas a las de mi trabajo principal: tanto fruto de mis inversiones como de mis propios negocios.
- Aprende a vivir en la incertidumbre y a identificar, valorar y gestionar riesgos. El riesgo es algo inherente a la vida y por esto creo que lo más sensato es aprender a manejar la incertidumbre de la mejor manera posible. Para esto, te recomiendo que te pares a pensar qué son para ti el riesgo, la incertidumbre y la seguridad. Cuando tengas alguna decisión realmente importante que tomar: (1) encuentra alternativas o cursos de acción y (2), para cada uno de ellos, identifica y valora riesgos (probabilidad de ocurrencia e impacto del riesgo), gestiona los riesgos con planes de contingencia (cómo actuar si el riesgo se materializa) y mitigación (cómo reducir la probabilidad de ocurrencia y cómo reducir el impacto). Respecto a tus finanzas personales, manejándolas adecuadamente puedes reducir tu ansiedad ante un futuro incierto y vivir más tranquilo, pues serán una parte clave para mitigar riesgos financieros y/o laborales. La clave de la protección es la que más puede ayudarte en ello: nada como una adecuada diversificación de tus fuentes de ingresos y un buen colchón de tranquilidad.
4. Haz siempre lo máximo que puedas
Este acuerdo significa buscar la excelencia, hacer siempre un poco más de lo que se espera, superar tus límites. Es la esencia del kaizen (mejora continua). A la hora de manejar tus finanzas personales, haz siempre lo máximo que puedas:
- En el trabajo. Te llevará a progresar profesionalmente y, con más o menos tiempo, mejorar tus ingresos del trabajo.
- En tu gestión financiera. Administra tu dinero lo mejor posible por muy poco que sea, ¡hazte cargo de él, ya! Recuerda que el orden del éxito es SER, HACER, TENER, lo que se traduce para el éxito financiero como «Soy responsable de mi situación financiera (SER), administro bien mi dinero (HACER), cada día tengo más dinero que trabaja para mí (TENER)». Una buena gestión de tus finanzas personales te llevará a mejorar tus ingresos de inversiones.
Resumen
En este artículo hemos visto los cuatro acuerdos que nos recomienda cumplir la sabiduría tolteca: sé impecable con tus palabras, no te tomes nada personalmente, no hagas suposiciones y haz siempre lo máximo que puedas. Éstos pueden ayudarte a mejorar muchos aspectos de tu vida, entre ellos tu relación con el dinero y tus finanzas personales.
Los cuatro acuerdos son fáciles de recordar, aunque no siempre de vivir de acuerdo con ellos. Te propongo que los tengas en mente y seas consciente de cuándo se cumplen y cuándo no (tanto tú como los demás). ¿Funcionará la sabiduría tolteca en tu vida? Merece la pena probarlo.
Si quieres profundizar en el tema, te dejo el enlace a Amazon del libro «Los cuatro acuerdos» del Dr. Miguel Ruíz.
Gracias por llegar hasta aquí. Si te ha gustado el artículo no dudes en dejar tus comentarios y compartirlo en redes sociales.
¡Saludos, kaizener!
Angel
Hola! Yo añadiría además el obligarse de vez en cuando a salir de tu círculo de confort.
Seguir siempre haciendo cosas nuevas, aunque si que lo comentas dentro de lo de renovarse…
Saludos!
Javier González
Dentro de «Los cuatro acuerdos» no se habla de forma explícita de salir de la zona de confort o, como le prefiere llamarle José Ballesteros, la zona de costumbre. En todo caso, coincido totalmente en que debamos salir de dicha zona; es lo que nos permite adentrarnos en la zona de aprendizaje y seguir creciendo personal y profesionalmente. Enlazo un vídeo genial al respecto: ¿Te atreves a soñar? Seguro que te gusta!
Un saludo y gracias por comentar 😉