La ley de causa y efecto, o principio de causalidad, es una de las leyes más famosas que, desde hace muchos siglos, ha usado el ser humano tanto a nivel filosófico como científico. Nos dice que todo es un resultado, y con esa premisa podremos hacer predicciones, prevenir situaciones no deseadas y provocar los acontecimientos que nos interesen. Para ello, necesitaremos saber las causas que los generan, tirar la primera ficha del dominó y ver cómo se despliega la reacción en cadena.
¿Funciona siempre esta ley? ¿Deberías creer en ella? ¿La puedes aplicar al desarrollo personal, profesional y financiero? ¡Vamos a verlo!
Qué es la ley de causa y efecto
La ley de causa y efecto nos dice que todo efecto o resultado es consecuencia de una o varias causas que lo provocan. Bajo el prisma de esta ley, vivimos en un universo de causalidades y no de casualidades. La riqueza, la salud, la felicidad, el éxito son resultados. Por tanto, si conocemos los orígenes o causas de lo que nos interese, podríamos llegar a esos resultados o efectos. Teóricamente es fácil: basta con recrear las circunstancias con la mayor precisión posible y repetiremos el resultado deseado.
Causalidad y correlación
Pero conocer a ciencia cierta las causas de un determinado efecto no siempre es fácil. De hecho, muchos estudios estadísticos nos pueden llevar a conclusiones precipitadas si confundimos causalidad con correlación. Según la RAE significan lo siguiente:
- Causalidad: «Causa, origen, principio». Establece una relación de causa y efecto.
- Correlación: “Correspondencia o relación recíproca entre dos o más cosas o series de cosas”. Es un término estadístico que indica que dos o más variables están relacionadas entre sí, pero no necesariamente son causales.
Por poner un ejemplo tonto: existe correlación entre el número de iglesias de una ciudad y el número de alcohólicos de la misma. Correlación, no causalidad; en este caso nos estamos dejando fuera la variable que en realidad es la causa común y que correlaciona iglesias y alcohólicos, que no es más que el número de habitantes. A más habitantes, más alcohólicos y más iglesias.
Así que ya sabes, no confundas causalidad y correlación.
Por qué creer en la ley de causa y efecto
Los avances de la ciencia, según pasamos de la física clásica a la física relativista y posteriormente a la física cuántica, nos han ido alejando progresivamente de ver la ley de causa y efecto como un principio universal. Sin entrar en debates científicos o filosóficos, te contaré mi punto de vista.
El cerebro humano funciona en base a creencias o programas que tenemos «grabados a fuego», desde nuestra infancia en su mayoría. Lo curioso es que estas creencias, tanto conscientes como inconscientes, da igual si son más o menos verdaderas, el cerebro normalmente interpretará la realidad para que encaje con ellas. Para mí, lo sensato es que si mis creencias me ayudan a lograr lo que quiero, bienvenidas sean; si lo que hacen es ponerme obstáculos, trataré de cambiarlas por otras que no sean limitantes.
¿Dónde encaja la ley de causa y efecto? En el control de mi vida. Interpreto que el punto en el que estoy actualmente es consecuencia de las decisiones que he ido tomando a lo largo de los años, en un entorno y bajo unas circunstancias dadas. Esto me otorga una gran sensación de libertad y de ser yo quien dirige el rumbo de mi vida.
Soy bastante pragmático, así que me centro en las cosas que puedo controlar (mi círculo de influencia). Sobre el resto, trato de comprender las reglas de juego para ponerlas a mi favor. Por eso no es casualidad que crea en la causalidad.
¿Eres víctima o responsable?
Hay dos maneras de vivir la vida: como víctima y como responsable.
Si eres una víctima, la vida «te sucede», te ves atrapado, condicionado y sin posibilidad alguna de control. Estás a merced de la suerte, sintiéndote impotente y frustrado porque no está en tu mano lograr aquello que quieres. Ir de víctima te lleva a buscar culpables por todas partes: el gobierno, la crisis, la sociedad, el sistema monetario, los bancos, etc. Siempre mirando fuera, porque el culpable es otro. Además, no sólo buscas culpables, sino que entras en una dinámica de queja y crítica constante, que acaba intoxicando tu mente y tu corazón. Si hay situaciones en las que te ves como víctima, párate a pensar ¿qué gano con ello? Una pista: si eres una víctima, te quejas y criticas las «injusticias» que te suceden… ¿estarías solo o se te uniría gente?
Por otro lado, si eres responsable, tú eres quien diseña y construye tu vida. Tomas las riendas y eliges qué camino seguir, para tratar de llegar a donde quieres. Das los pasos necesarios para avanzar, centrándote en maximizar las probabilidades de que te lleven a tu destino. Sabes que hay factores que no puedes controlar, pero no te detienen; te centras en tu círculo de influencia y ante cada traspiés te levantas y aprendes, para hacerlo mejor la próxima vez. No buscas culpables, aceptas tu situación actual y te responsabilizas de hacer los cambios necesarios para lograr una vida plena.
El proceso de manifestación
En el libro «Los secretos de la mente millonaria», T. Harv Eker habla de lo que él llama «el proceso de manifestación», que explica cómo se manifiesta o materializa en el mundo físico (o exterior) lo que previamente sucedió en el mundo interior. No deja de ser una aplicación de la ley de causa y efecto, encadenando causas y efectos repetidas veces. Te lo muestro gráficamente:
Las causas y efectos son los siguientes:
- Tus creencias determinan tus pensamientos. Las creencias o programas que tenemos (causa) son las que condicionan aquello en lo que pensamos (efecto). Para cambiar nuestra forma de pensar hay que ir a su origen: nuestras creencias. Las creencias proceden de tres fuentes:
- Lo que has oido.
- Lo que has visto.
- Lo que has experimentado.
Las más profundas proceden de nuestra infancia generalmente y sobre todo de nuestras figuras de referencia. El primer paso para cambiar una creencia es ser consciente de ella. A continuación, deberías evaluar si hoy en día sigue siendo buena para ti o no; si fuese una creencia limitante, ver cómo te está frenando y a dónde llegarías si la cambiases por una creencia potenciadora, te ayudará a comprometerte con el cambio.
- Tus pensamientos determinan tus sentimientos. Aquello en lo que piensas (causa) hará que sientas de una determinada manera, afectará a tu estado emocional (efecto).
- Tus sentimientos determinan tus acciones. Tu estado emocional y tus sentimientos (causa) harán que pases a la acción con más o menos motivación y creencia en ti mismo (efecto).
- Tus acciones determinan tus resultados. La parte más obvia: lo que haces (y lo que no haces), y cómo lo haces (causa) tiene consecuencias (efecto).
- Tus resultados modifican tus creencias. Finalmente, tus resultados (causa) podrán reforzar tus creencias (efecto), tanto positivas como limitantes, en función de la interpretación que hagas de los mismos.
Podemos tomar el proceso de manifestación y hacer ingeniería inversa. Tan sólo tienes que darle la vuelta e ir respondiendo a las siguientes preguntas:
- ¿Qué resultado/s quiero conseguir?
- ¿Qué tengo que hacer para lograr los resultados que busco?
- ¿Cómo me tengo que sentir para hacer lo que tengo que hacer?
- ¿Qué tengo que pensar para sentirme de la manera adecuada?
- ¿Qué creencias debería tener para pensar así?
Antipatrones
Tan importante como saber qué hacer lo es saber qué no hacer, incluso podría ser más importante en algunos ámbitos. Esta es otra aplicación de la ley de causa y efecto: evitar los errores que está probado empíricamente que te llevan a unos malos resultados.
Estudiando Ingeniería Informática tuve asignaturas en las que aprendimos patrones de análisis y diseño. El concepto de patrón viene del mundo de la arquitectura, acuñado por Christopher Alexander como “solución común a un problema común en un contexto dado”. Los antipatrones son las malas soluciones en las que no se debería caer, pero en las que lo hace mucha gente. Son el “Así no”. En el manejo del dinero también es clave no caer en antipatrones.
Con este punto lo que quiero resaltar es que hay cosas que aprender de cualquier situación, empresa o persona. Una actitud curiosa y humilde, estar abierto a aprender te puede ayudar mucho más que ir por la vida pensando que ya lo sabes todo.
Modelando para lograr resultados
Modelar no es nada nuevo, es algo que llevas haciendo toda tu vida. Cuando eras pequeño, tu forma de pensar, tus valores y creencias las modelaste tomando como referencia a tus figuras de poder (normalmente tus padres). Es algo instintivo: tu vida depende de tus progenitores; ellos te protegen, te abrigan y te alimentan. Tú los observas, aprendes de ellos y replicas sus estrategias de supervivencia, todo esto a nivel inconsciente.
Por tanto, para lograr los resultados que quieres puedes modelar, pero ahora lo harás consciente e intencionalmente. Sigue los siguientes pasos:
- Elige un resultado que quieras conseguir.
- Investiga qué personas o empresas son las que ya han logrado dichos resultados. ¿Qué tienen en común?
- Quédate con la que persona o empresa que más feeling te dé para modelarla. Es clave que modelar una persona no vaya en contra de tu integridad, es decir, que sus valores y los tuyos deberían ser compatibles.
- Focaliza. Ponte en la piel de tu modelo y empieza a estudiarlo en profundidad. Ten en mente el proceso de manifestación: ¿qué hace?, ¿cómo se siente?, ¿en qué piensa?, ¿cuáles son sus valores y creencias?
- Cambia tus creencias, pensamientos, sentimientos, acciones e interpretaciones conforme a lo que has aprendido de tu modelo.
- Evalúa si los cambios te están dirigiendo al resultado que quieres y haz los ajustes necesarios.
Importante: cuando modelas a una persona (o empresa) no lo haces para absolutamente todo. Por ejemplo, pongamos que quieres potenciar tu creatividad y capacidad de innovación; decides modelar a Steve Jobs ya que lo consideras el mejor en ese aspecto. Pues a la hora de modelarlo, tendrás que estudiar cómo era, cómo pensaba, qué sentía y qué hacía para ser creativo e innovador, pero no sería conveniente hacerlo para otras cosas, como para las relaciones interpersonales.
Mentalidad rica o abundante
Teniendo en cuenta la ley de causa y efecto, tanto la riqueza como la pobreza son resultados. Entonces, ¿cuál es su origen? Según el proceso de manifestación, su origen son las creencias o programas. Por tanto, si quieres una vida rica y abundante lo más efectivo es trabajar a nivel de creencias.
Muchos autores han estudiado el éxito, la riqueza o la felicidad, buscando factores comunes de cara a poder modelarlos. Veamos algunas de las creencias de la mentalidad rica o abuntante:
Mentalidad de abundancia | Mentalidad de escasez |
---|---|
«Yo creo mi vida» (responsable) | «La vida es algo que me sucede» (víctima) |
Juega para ganar | Juega para no perder |
Se compromete a ser rico | Desearía ser rico |
Piensa en grande | Piensa en pequeño |
Se centra en las oportunidades | Se centra en los obstáculos |
Admira a otra gente rica o próspera | Le molesta la gente rica o próspera |
Dispuesta a ponerse en valor | Piensa de forma negativa en lo referente a la venta y promoción |
Quiere ser más grande que sus problemas | Quiere no tener problemas |
Administra bien su dinero | Ya administrará el dinero cuando lo tenga |
«Mi dinero debe trabajar mucho para mí» | «Debo trabajar mucho por mi dinero» |
Cree en el aprendizaje y mejora continua | Cree que ya lo sabe todo |
Cree que el orden de éxito es: SER, HACER, TENER | Cree que el orden del éxito es: TENER, HACER, SER |
Por supuesto, aunque la mentalidad es muy importante, nunca te olvides que sin acción no hay resultados.
Resumen
En el artículo de hoy hemos visto en qué consiste la ley de de causa y efecto y por qué es conveniente creer en ella, para pasar de víctimas a responsables de nuestras vidas.
Analizamos el proceso de manifestación, como una cadena de causas y efectos que nos puede ser muy útil para implementar cambios en nuestra vida que generen los resultados que queramos. Este proceso trabaja a 4 niveles: creencias, pensamientos, sentimientos y acciones, que nos pueden guiar a la hora de modelar a las personas u organizaciones que ya han logrado lo que buscamos.
Por último, revisamos una serie de creencias de la mentalidad rica o abundante (causa) que nos pueden ayudar a alcanzar la riqueza (efecto).
Gracias por llegar hasta aquí. Si te ha gustado el artículo (causa) no dudes en dejar tus comentarios y compartirlo en redes sociales (efecto).
¡Saludos, kaizener!
Angel
Muy interesante!
Fer
Principio universal tratado en el libro del kibalion del autor tres grandes inciados