Todos tenemos personas que nos marcan, que tomamos con referencia, que nos inspiran y ayudan a forjar nuestro carácter. Michio Kodama ha sido una de ellas para mí. No me enseñó karate, me enseñó el Do (camino) a través del karate. El 2/12/2018 nos ha dejado, hoy quiero honrar su memoria.
Tanto si le conociste como si no, te invito a que sigas leyendo. Aprovecha para pensar en esas personas que te marcaron, recordar lo que aprendiste de ellas, y para tomar conciencia de cómo te ayudaron a convertirte en quien eres hoy.
Tenía 16 años, cuando mi amigo Fran me lió para ir a un pequeño gimnasio de karate de la ciudad de A Coruña. Siempre me gustaron las artes marciales, así que cambié el kung-fu para probar ese estilo de karate que no me sonaba de nada: Shotokai. Fue entonces cuando conocí Kodama y, desde entonces, fue mi maestro.
Quién fue Michio Kodama
Michio Kodama fue una persona que desarrolló su vida en torno a su pasión, el karate-do, dejando su país (Japón) y familiares para cumplir su misión en un nuevo entorno totalmente desconocido para él. Se vino a España con veintitantos años y, desde ese momento, algunos hemos tenido el privilegio de recorrer parte del camino con él.
Es curioso… cuando pensamos en «el éxito», normalmente se nos vienen a la cabeza personas que han logrado reconocimiento y fama mundial, convertirse en multimillonarios, etc. Pero ¿qué es realmente el éxito?Específicamente, ¿qué es el éxito para ti? La respuesta, en mi opinión, es sencilla: descubrir qué es lo has venido a hacer en este mundo y hacerlo. Bajo estos términos, creo que Kodama fue una persona tremendamente exitosa.
Es admirable en él:
- Su dedicación y pasión. Sólo hacían falta cinco minutos de una clase para ver que no estabas en una escuela de karate más.
- Su sencillez y cercanía con sus alumnos. Era una persona accesible, dentro y fuera del dojo. Recuerdo estar veces y veces hablando con Kodama en su despacho antes de entrenar y, cómo no, tomando unas cañas y algo de picar después.
- Fue una persona desinteresada, que siempre trataba de ayudar y se adaptaba a las circunstancias de sus alumnos. Es algo que se ve y se agradece.
- Aprendió de los mejores maestros y después siguió su camino, creando su propia escuela de karate, con su estilo y creencias.
- Su humildad; a pesar de ser un verdadero experto, siempre estuvo aprendiendo de otros, practicando y experimentando, en búsqueda de la excelencia.
- Transmitía energía y motivación, incitando a la mejora continua y sobrepasar los límites personales mediante la observación, autoconocimiento y colaboración.
- Tuvo una vida equilibrada, su trabajo no era un trabajo para él, sino que formaba parte de su vida y su camino.
Cosas que he aprendido con Kodama
Son muchas las cosas que he aprendido con mi maestro. Te voy a contar las que creo más importantes, porque van mucho más allá del karate. Son enseñanzas que se pueden aplicar a la vida misma.
El principio del mínimo-máximo
En cada una de las técnicas a realizar, debíamos encontrar el mínimo, una postura lo más cerrada posible, y llegar al máximo, ampliando y abarcando todo lo que pudiésemos.
Partir del mínimo y llegar al máximo. Hay mucha sabiduría detrás de este principio. Lo que yo veo, es lo siguiente:
- Partiendo de cero (el mínimo) y dando pequeños pasos, puedes llegar a abarcar prácticamente todo (el máximo). En otras palabras, piensa en grande, actúa en pequeño.
- Cuando practiques o entrenes (da igual el qué), acostúmbrate a llegar al máximo. De esta manera, cuando debas aplicarlo en una situación real o bajo presión, con tu nivel mínimo llegarás mucho más lejos de lo que pensabas.
Siempre puedes rebasar tus límites
Recuerdo con un sabor especial las clases en las que Kodama nos guiaba a superarnos e ir mucho más allá de lo que cualquiera creería posible. Si te dicen que vas a tener que dar 2.000 patadas seguidas, probablemente pienses algo como «venga ya» o «yo paso». La clave está en empezar con la primera y después estar presente, sin pensar en todo lo que tienes por delante, pensando únicamente en el siguiente paso, la siguiente patada.
Es increíble cómo, cuando crees que ya has llegado al límite, te dices «sólo una más» y lo haces. Una, y otra, y otra vez. Te das cuenta de que la mayor parte de las barreras y limitaciones que tienes son mentales. Muros que te has puesto a ti mismo.
Con Kodama derribé unos cuantos. Y cuando interiorizas esto, ya no estamos hablando de dar patadas; te lo llevas a cualquier otra área de tu vida. La mayor batalla de todas la libras contigo mismo y sabes que podrás superarte una y otra vez.
Esto es kaizen en su pura esencia. Mejora continua.
Gran enseñanza: Siempre puedes rebasar tus límites. Siempre.
La maestría se ve cuando lo difícil parece fácil
Cuando veías al maestro hacer una técnica básica, una kata o kumite, todo parecía fácil. Le veías fluir, parecía que era realmente sencillo. Sin duda, creo que es el distintivo de la maestría.
Pero no es fácil llegar a ese nivel. La práctica (keiko), disciplina, perseverancia y constancia es lo que nos permite llegar a dominar aquello en lo que acabaremos siendo expertos. La gente ve el resultado final y es lo que quiere, pero hay que pagar el peaje un día tras otro, es el proceso el que manda, el camino, el do.
Con tus estudios, tu carrera profesional, tu negocio o tus relaciones, pasa lo mismo. Céntrate en el proceso y el resultado que buscas acabará llegando.
Y cuando quieras encontrar un maestro o mentor a quien modelar, analiza si hace que lo difícil parezca fácil.
Vuelve a los orígenes, cuida los cimientos
Kodama le daba una gran importancia a los fundamentos. Es lo que en el karate-do se conoce como kihon. ¿Por qué? Porque son la base sobre la que desarrollarás tu competencia y habilidad. Siempre hay que volver a la base, perfeccionarla, pulirla y nunca, nunca, nunca, olvidarla.
Con tu vida, con tus relaciones, con tu tiempo… con todo, vuelve a los orígenes. Recuerda cuáles son los fundamentos, porque al igual que una casa, sin unos cimientos sólidos se acabará derrumbando.
El aprendizaje
Cuando consideramos a alguien un maestro, está claro que el aprendizaje tiene un lugar destacado. Hay tres claves que Kodama aplicaba con sus alumnos.
Lo natural: observar y repetir
La forma más natural de aprender para el ser humano es por imitación. Sin explicaciones, simplemente observar y repetir. Así aprendemos a andar, a hablar, a correr, etc. Eso del «learning by doing» no es nada nuevo.
Que cada uno llegue a sus propias conclusiones, y no que nos den todo hecho, te puede facilitar alcanzar un nivel de comprensión muy superior. Las explicaciones también son importantes y pueden enriquecer tu visión, pero no te olvides del aprendizaje natural. Desarrollarás tu capacidad de autoaprendizaje.
El maestro aprende del alumno
Siempre se puede aprender de otras personas. Sepan más o menos que tú. Si hacen las cosas mejor que tú, podrás encontrar puntos para crecer. Si hacen las cosas peor que tú o cometen errores, ser consciente de ello y detectar su causa te puede ayudar a profundizar y a consolidar tus conocimientos.
Creer que lo sabes todo y no tienes nada nuevo que aprender es uno de los mayores frenos que puedes tener. Los verdaderos maestros, como Kodama, se pasan toda su vida aprendiendo. Es más, cuanto más saben, más humildes se muestran. Hay una parábola del maestro Funakoshi que lo refleja así:
Un karateka pregunta a su Sensei: ¿Cuál es la diferencia entre un hombre del Do y un hombre insignificante?
El Sensei respondió: «Cuando el hombre insignificante recibe el cinturón negro primer Dan, corre rápidamente a su casa gritando a todos el hecho. Después de recibir su segundo Dan, escala el techo de su casa, y lo grita a todos. Al obtener el tercer Dan, recorrerá la ciudad contándoselo a cuantas personas encuentre.»
El Sensei continuó: «Un hombre del Do que recibe su primer Dan, inclinará su cabeza en señal de gratitud; después de recibir su segundo Dan, inclinará su cabeza y sus hombros; y al llegar al tercer Dan, se inclinará hasta la cintura, y en la calle, caminará junto a la pared, para pasar desapercibido. Cuanto más grande sea la experiencia, habilidad y potencia, mayor será también su prudencia y humildad«.
Como te he comentado al principio del artículo, la humildad fue un atributo que siempre caracterizó a Michio Kodama.
La mejor manera de aprender es enseñando
Enseñar es una de las claves para llegar a ser un verdadero experto en cualquier materia. Cuando enseñas, sobre todo te enseñas a ti mismo. Cuanto más sabes, descubres que tienes más cosas que aprender. Según enseñas, maduras. Y con la madurez, te conviertes cada día en una persona más sabia.
Todo evoluciona. Lo que no lo hace, se estanca, deteriora y desaparece. Kodama no paró de evolucionar nunca, no dejó de enseñar. Poco a poco, paso a paso, y gradualmente.
Llevo cinco años viviendo en Madrid y no he podido ir con regularidad a entrenar al gimnasio, como hacía antes. Quizás esto me ha permitido ver más claramente la evolución del Shotokai a través de Kodama. En la superficie, sutiles diferencias en algunas técnicas; en el fondo, la madurez del maestro al elevar su nivel de consciencia.
Recuerdo la última vez que hablé con él, hace ya unos meses, que me dijo (no son las palabras exactas, pero espero poder transmitir el mensaje): «Javier, ahora empiezo a entender muchas cosas que antes sólo intuía». Me estaba hablando de cómo había profundizado, experimentado y entendido la canalización del ki o energía interna.
Nunca paró de aprender, nunca paró de enseñar.
Predica con el ejemplo: no es lo que dices, sino lo que haces
Esto es algo que sabemos todos, ¿verdad? Sin embargo, muchas veces decimos una cosa y hacemos otra. Cuando te conviertes en padre, aunque ya lo sabíamos, te queda claro que eso no funciona. Lo acabamos de ver, nuestra forma de aprendizaje natural ¡es la observación y repetición!
Lo verdaderamente importante es lo que haces. Si además, quieres tener credibilidad, debe haber coherencia con lo que dices.
He tenido la suerte de poder practicar karate-do con Kodama en etapas muy diferentes de mi vida. Siendo adolescente, en mi etapa universitaria, iniciando mi carrera profesional, de soltero, casado y siendo padre. He tenido algunos parones a lo largo de los años, y siempre que volvía al gimnasio, ahí estaba Kodama: incansable, metódico, disciplinado, íntegro y coherente. Viviendo la vida que había elegido, siguiendo su camino sin desviarse ni un instante. Dando ejemplo.
La práctica es el camino hacia la excelencia
Tuve etapas en las que entrenaba mañana y tarde, que hacía «dobletes» enganchando una clase con otra, que me quedaba otra hora más en el tatami después del entrenamiento. Tengo un gran recuerdo de ellas, pero sólo fueron algunas etapas. En otras, sólo podía entrenar 2 días por semana, 1 o incluso ninguno.
No fue así con Kodama. Para él, su vida estaba dedicada al karate-do; era su profesión además de su pasión. Su camino fue un camino de práctica constante y deliberada, no se limitaba simplemente a dar clase. Tomó el legado del maestro Egami y puso su ladrillo para construir un futuro mejor. Así es como se alcanza la excelencia.
El keiko es la esencia del kaizen. Éste, conduce a la excelencia.
La vida es un camino y la felicidad está en disfrutarlo
Otra cosa que he aprendido en mi trayectoria de karateka, es que la vida no es más que un camino.
Está muy bien ponernos objetivos e ir a por ellos. Por ejemplo, cuando preparaba un examen para pasar de cinturón. No obstante, no es el evento (¡superé el examen!) en el que te debes centrar para alcanzar la felicidad; no deja de ser algo momentáneo y fugaz. Debes disfrutar del proceso, ahí es donde encontrarás satisfacción y felicidad sostenible.
¡Alegría! Afronta los retos con kimochi
Recuerdo veces y veces al maestro inspirándonos a dar lo máximo que podíamos, a grito de «más abajo, ¡alegría!«. Cada uno a su nivel, respetando siempre su ritmo, capacidades y aptitudes, pero pidiendo la actitud correcta. Como dije antes, en karate-do no compites con otros, lo haces contigo mismo; no superas a otros, te superas a ti mismo; cuando respetas a otros, te respetas a ti mismo.
Hay cosas que cuesta hacer, o que hacemos sin esforzarnos, mucho peor de lo que podríamos. De Kodama aprendí a afrontar los retos con alegría, con kimochi, pasión, canalizando mi energía, con enfoque. Creo que queda reflejado en lo que me enseñó sobre cómo hacer un oi-tsuki.
Tu vida en un oi-tsuki
Permíteme hacer una analogía de la vida con un oi-tsuki (pronunciado «oiski»). Es una técnica básica, fundamental, fácil de aprender pero muy difícil de dominar. Simplemente viendo cómo una persona ejecuta un oi-tsuki, puedes hacerte una idea muy precisa de su nivel de karate. Es un puñetazo en el que se avanza frontalmente y se golpea con el puño del mismo lado que el del pie que avanza.
Si eres karateka, trata de visualizar según leas según leas el siguiente párrafo.
Partes de una posición estable (zenkutsu-dachi, normalmente) y en ese momento tienes que visualizar tu objetivo, con una mirada (mesen) como una mira láser. Apuntas con el puño que tienes adelantado, pero no a tu objetivo, sino más allá; ¡lo vas a atravesar! Tu cuerpo está relajado, pero tienes los puños bien apretados (¡nigiri!). Entonces inicias el movimiento, coordinado con la respiración, fluido, estable, en el que cada músculo de tu cuerpo colabora para avanzar en la misma dirección. Pasas por el mínimo, en el que tu piernas y brazos se igualan, sigues avanzado y llegas al máximo al tiempo que canalizas tu ki y estalla con un kiai.
Si en tu vida tienes esa intención, ese enfoque, esa determinación, serás imparable. Apuntando más allá de donde quieres llegar; fluyendo, pero con tu puño firme; yendo con todo tu ser, con toda tu energía. Tu vida, en un oi-tsuki.
Disfruta de los pequeños placeres y pequeños momentos con tu gente
Por último, decir que Kodama supo disfrutar los pequeños placeres y momentos con su gente. Recuerdo perfectamente al maestro pedir su 1906 tras una larga semana de entrenamientos, y ver su cara de satisfacción tras el primer sorbo. Todos esos viernes que, tras la última clase, acabábamos picando algo o cenando un buen grupo de sus alumnos con él, en el bar de enfrente o en la Greca.
La escuela de Kodama iba mucho más allá de su persona. Según escribo estas líneas me estoy acordando de muchos de vosotros: Jose Luís, María José, Berto, Mercedes, Marco, Jacinto, Miguelón, Paco, Aisha, Raquel, Generoso, Luís, Jesús, Félix y muchos, muchos más.
Una gran familia, la gente de Kodama. Me siento honrado de formar parte de ella.
Conclusión
Creo que es bueno que, cada cierto tiempo, nos paremos y miremos qué estamos haciendo con nuestras vidas. Decía Steve Jobs que «la muerte es, probablemente, el mejor invento de la vida«, porque nos da perspectiva, nos da un sentido de urgencia, de propósito, de querer exprimir cada segundo de nuestro tiempo en este mundo.
Y aquí va mi propuesta: honra a los mejores tratando de ser la mejor versión de ti mismo. No te conformes. Vive, ama, aprende, deja tu marca en el mundo. Kodama lo hizo: en su mundo, en el mío y en el muchos otros.
Te llevo dentro, maestro.
Oss.
Si conociste a Michio Kodama, me gustaría que dejases un comentario con alguna de sus enseñanzas en su memoria.
Por supuesto, siéntete libre de compartir el artículo.
Y como decía el maestro… ¡alegría!
Merce
Libertad entendida como libertad de elegir hacer lo que no quieres hacer.
¡Ánimo, alegría y vitalidad!
Javier González
Cuántas veces habré elegido ir a entrenar cuando lo que me apetecía era quedarme en casa. La mayoría de ellas, acaban siendo de las mejores clases. Con Kodama no sólo entrenabas el cuerpo, también la voluntad y el espíritu. ¡Kimochi!
Luis
Habría que hacer algo para mantener la memoria del Maestro Kodama. Yo me apunto a cualquier iniciativa.
Noli
Gracias al Maestro Kodama descubrí el taichi. No sabría explicar con palabras todo lo que sus clases aportaron a mi persona y a mi salud. Su recuerdo me acompañará toda la vida. ¡Gracias, Maestro!
Quizá pudiéramos solicitar al alcalde de A Coruña que se pusiera una placa o una figura en los Jardines de Mendez Núñez, en el de Santa Margarita, o en cualquier otro, para mantener viva su memoria. Seguro que habría muchas personas dispuestas a sufragar el gasto.
Isabel
Kodama me mostró la fuerza y la delicadeza , cuando hacía tai-chi volaba como un águila, muy alto, muy lejos, muy bajo, muy cerca , distante, cercano, tocando ,sin tocar .
Cuanta elegancia en sus movimientos, en sus gestos.
Poderoso, humilde Kodama.
De una humilde alumna de tai-chi que te llevará siempre en el corazón
Javier González
Qué bellas palabras… Gracias, Isabel. En 2006, tras una crisis de salud, el tal-chi me ayudó a superarla y volver a la normalidad.
Me has recordado al maestro haciendo la forma 24. Guiándonos no sólo con sus movimientos, también con su voz, con sus cambios de entonación, con sus susurros, ligero, sensible, fluyendo.
María P.
Yo conocí a Kodama y a su familia gracias a la enseñanza o camino de fe que ambos compartíamos… Recuerdo un día, me mira con ese semblante serio, ceño fruncido y me dice » ¿tu cuando venir a karate conmigo?» Y yo con toda mi guasa le respondí «!Kodama, cuando tengas cinturón rosa!» En ese momento su ceño se frunció todavía más que pensé «ay dios que me lanza una patada voladora» pero ese ceño fruncido dio paso a una enorme carcajada para acabar diciendo «lo pensaré»… era grande, muy grande y debemos agradecer el haberlo conocido
José Luis Yagüe Acebes
Que gran artículo Javier. No estoy seguro de saber quién eres, pero estoy seguro de q hemos coincidido en entremos con él y puedo asegurar que has reflejado fielmente mucho de nuestro maestro. “No piensa, mueve” es algo q he oído cientos de veces. Tube el gran honor de conocer y entrenar con Kodama sensei desde poco después de llegar a españa, tener una estrecha relación con él y entrenar durante muchos muchos años bajo su tutela. Me emociona tu artículo, donde expresas muy bien y con bellas palabras lo q muchos hemos vivido y lo q su persona representa para nosotros.
Muchas gracias por tu publicación y vamos a contribuir entre todos a q su legado perdure en el tiempo
Kodama sensei siempre en mi!!
Kimocho!!!
José Luis Yagüe
Javier González
Hola José Luis, gracias a ti también por tu comentario. Sí, hemos entrenado juntos. Estoy seguro. Y volveremos a hacerlo, siguiendo el legado de Kodama.
Iñigo
Cuando comencé a entrenar yo tendría 38 años y Kodama 46.
Me parecía increíble la profundidad de sus comentarios, su fuerza y su resistencia. Un día le pregunté: ¿maestro como resiste varias clases seguidas?”
Yo esperaba una frase profunda de las suyas… pero contestó: “yo pienso en la cerveza fría que me tomaré después” y después lanzo una de sus suaves carcajadas… años más tardes le recordé la anécdota y volvió a reírse.
Viajar con él a Japón es uno de mis mejores recuerdos
Grande, muy grande
Javier González
¡Qué grande! Es cierto…, tu comentario y el de María P. me han recordado ese sentido del humor tan especial que tenía Kodama. Gracias.
Pedro Mariño
-COPIA!!!!!!
-Ya copio……
-COPIAS MAL……COPIA BIEN!!!!!!
-oss……
-ALEGRIA!!!!!!
Iñigo
¡Que bueno!
Siempre me llamó la atención la forma que tenía de corregir, aún siendo de lo más severo, nunca te sentías menospreciado. Sabía, como buen maestro, corregirte con un equilibrio entre dureza y suavidad.
Turi
Después de todo, al final, me quedo con los dos besos que le pude dar el día de su último cumpleaños. Sé que no le gustaban esas muestras de afecto; sé que eran casi un shock; pero, para shock … el haberlo conocido, el haber tenido la suerte, la inmensa fortuna de todo el tiempo compartido con él.
Se levantó para decir unas palabras y, ya acabando, soltó algo así como «Es muy bonito estar aquí y poder disfrutar todo esto». Me acerqué a él y, susurrándole al oído le dije » Sabes lo que es bonito ? Bonito es conocerte» y le calqué los dos besos, uno en cada mejilla.
Nunca lo olvidaré
Luís
Sólo tuve la oportunidad de compartir 4 años de entrenamientos con el maestro. Es una persona con un carisma especial, digo es, porque sus enseñanzas son permanentes y se graban a fuego. Más allá del karate, la aplicación en la vida diaria de su didáctica es incontestable. La percepción del entorno, el «otra más», jerarquía, disciplina, la búsqueda de la energía interna a través de los movimientos geométricamente perfectos ….y un largo etc. Fuentor para mí. Gracias sensei Kodama.
Jorge, Nieves, Jorge pequeño y Javier
Yo también tuve la suerte de conocer al maestro, hace ya 20 años. Primero como hombre soltero y en los últimos años como padre de familia. Desde el principio fue una persona que se incorporó a mi vida y aunque sólo fuera una vez cada año, en el verano, tenía el placer de compartir algún tiempo y algunas lonchas de jamón con él. Luego se incorporó a la de mi familia y en especial a la de mis hijos, por lo que su importancia creció más aún en mi vida, agradezco cada Segundo que les dedicó y el tiempo que les permitió jugar en su Tatami. Yo, que también soy maestro ( de escuela) aprendí también muchas cosas de él para aplicar a mis alumnos, sobre todo de su manera de ser. Gracias Maestro siempre estarás presente en nuestras vidas y en nuestro hogar. Y cada vez que miremos ese regalo que nos hiciste cuando nació nuestro primer hijo, te recordaremos, pero no con tristeza, sino con esperanza, Paz y mucho Kimochi.
Helena Clair Acción López
Hola
Lo primero me pilla de sorpresa la noticia de que se ha ido, hace muchos años que no le veía
Para mí Kodama era mi Maestro de taichí, recuerdo la primera clase, es como si lo hubiera practicado toda la vida, no fué así la siguiente
Me siento muy agradecida por sus enseñanzas, en sus clases me sentía en un estado diferente y su sencillez, humildad y sentido del humor eran un regalo
Recuerdo que me decía que cuando yo cambiase e hiciese todo con amor todo cambiaría a mi alrededor
Siempre quise volver a sus clases aunque un problema de salud me lo impidió hasta ahora
Gracias Maestro Kodoma
Yago Nieto
Yo entrené con él y con muchos de vosotros y así estuve desde 1984 hasta el año 2000. Soy Yago (Kodama me dijo que en japonés significaba «Babosa»…y luego rió).
También recuerdo cuando brindábamos y al decir «chin chín»… él replicaba chinchín no! …Chinpokó!!! (después nos contaba que chinchín significaba en japonés que «…la tienes pequeña» y chinpokó era lo contrario, claro).
Aún recuerdo sus canciones japonesas y como pese a ser algo tímido, era capaz de obsequiarnos con una de ellas y lo hacía con tanto sentimiento que todavía lo puedo ver.
Fué una época donde las cosas no terminaban nunca de encarrilarse en mi vida, pero siempre, siempre…al entrar en el gimnasio recibía aquellas clases cargadas de disciplina, de respeto, de afecto. Tan intensas que al final la mente y el cuerpo terminaban por entrar en un estado de satisfacción interior, de tranquilidad, de alegría, de sentimientos positivos y de afecto…
El Karate-do me ayudó a recomponer muchas cosa y me consoló cuando me angustiaba, me ayudó a estar con buenos amigos y muy buena gente y creo que fué un oásis en mi vida de aquellos años.
Siempre guardé un gran cariño y repeto por el Maetro Kodama y en más de una ocasión tuve oportunidad de transmitir algunas de sus enseñanzas, y no precisamente en el terreno de las artes marciales. Por ejemplo -y en línea por lo que cuenta Javier- , cuando veo a alguien que se desanima por algo, les cuento que conocí a un maestro japonés que nos decía:
… que las mejores orquestas de música de Japón y el secreto de los mejores músicos, era tocar y practicar la «escala musical básica».
… que si ya no puedes mover nada, si ya estás al límite, entonces mueve un poquito un dedo…un milímetro…menos, pero mueve un poquito. NO HAY LIMITE!
… una gran plaza, una plaza inmensa, un solo barrendero allí en China y el hombre se íba concentrando en cada losa que barría y así hasta que al final había barrido toda la plaza!!!
….apasionado de la meditación, dispuesto siempre a ayudar si alguien se quejaba de alguna molestia. Aún recuerdo la digipuntura y sus efectos tan «vivificantes» cuando se aplicaba en la planta del pie….
Es cierto que el Maestro Kodama no paraba de aprender, pero me encantaba que siempre reconocía sus flaquezas y acto seguido se rebelaba contra ellas y ahí era dónde mejor entendías lo que nos quería enseñar. (Por cierto, recuerdo en un viaje a Madeira que le regalaron, con mucho afecto y admiración, una botella que creo que era de coñac y de muchos años. Pero cuando íbamos por la terminal del aeropuerto, la bolsa de plastico rompió y la botella reventó en el suelo. Kodama se quedó mirando para el charco durante bastante tiempo y luego solo dijo: «Un coñac de 100 años…!!!» y empezó a mover la cabeza como diciendo lo contradictorio de estar 100 años madurando para terminar en un santiamén en el suelo y sin que nadie lo pudiera saborear).
Todo lo que me enseñó me ha sido de utilidad. La época que compartí con él como alumno me dejó muy marcado y siempre tuve la esperanza de poder volver a entrenar con él algún día, pero ahora solo puedo unirme al dolor de su pérdida.
El ambiente del gimnasio era muy especial y recuerdo que una vez uno de los compañeros de entrenamiento me comentó:
«Aquí no hay término medio! Cuando llega un alumno nuevo, o se marcha a los pocos días o se queda durante años…!
Otra cosa que observamos fué que la gente que se quedaba durante varios años, no envejecía!!! O por lo menos eso es lo que nos parecía a nosotros.
Pienso en Kodama y me viene a la mente la botella de buen coñac que se rompió y perdió después de madurar tanto tiempo, porque pienso que con el Maestro Kodama nosotros sí tuvimos la suerte de poder saborear su existencia y ese recuerdo es imborrable.
Hasta siempre, Maestro. Os!
Iñigo
Hemos hablado del Kodama como maestro y como persona. (Habría millones de anécdotas). Javier nos preguntaba una enseñanza.
Puff didicil una concreta. La enseñanza de la concentración, del «hara» (Tandem), el lograr el punto de que no te movieran de tu sitio por mucho que te empujaran y, aún levantando los brazos, hacer que estos no te los pudieran doblar.
Sin embargo quiero destacar su respeto. Te enseñaba a respetar el tatami, el dojo, la postura correcta en el mismo; y, sobre todo, enseñaba a respetar a las demás personas, a los compañeros con los que entrenabas… pero, también a respetarte a ti mismo.
Me tiene corregido muchas veces, sin embargo nunca me hizo sentir incómodo y, siempre, ha sido un acicate para mejorar.
Él tenía una «autoritas» especial. Una vez me contaron una anécdota (yo no la vivi en directo, por favor si alguien si estaba presente que la relate bien) que es muy representativa como dicha «autoritas» se daba también fuera del dojo.
Al parecer un día en una taberna un «tontaina» (desgraciadamente los hay en todas partes) se metió con él… le dijo vacilando… – «eh chino… » (el resto de la frase no viene al caso). Kodama (más bajo que hombre este) le contestó. – «yo no soy chino»
– ¿entonces que eres? volvía a decir el sujeto en tono burlesco.
Kodama respondió:
– «Yo soy gallego»
Al parecer fue tan contundente la forma de decir la frase, tan firme su mirada, que aquel tipo bajo la mirada y se alejó frenando su irrespetuosa actitud
Grande muy grande.
Por culpa de una dolencia hace 4 años tuve que dejar de entrenar. Siempre lo he echado de menos…
Rubén Cal
Yo era muy pequeño cuando empecé con el maestro Kodama, principios de los ochenta. Apenas tengo recuerdos de los compañeros que tenía, pero estoy seguro que he coincidido con muchos de vosotros. Casualmente me he enterado hoy que el maestro ha fallecido recientemente. Es un día muy triste para mi. Se me vienen muchos recuerdos a la mente de sus enseñanzas. No solo enseñaba kárate, su sabiduría iba más allá. Cuando eres un niño no entiendes ciertas cosas, pero cuando te haces mayor comprendes el porqué de muchas lecciones que nos enseñaba el maestro Kodama.
Emma
Lo más importante que recibí del maestro Kodama fue tratar de entender la vida desde la dignidad del esfuerzo en sí mismo, sin esperar nada a cambio. Sin victorias ni derrotas, sin palmaditas en la espalda. Me enseñó a cuidar de mi misma. A entender la voluntad como algo de lo que estar orgullosa, y la frustración como arrogancia y como el mayor obstáculo para convertirme en una persona mejor.
Alfonso Sangiao
Quienes me conocéis sabéis que para mí, él era entrenador, maestro y padre.
Pues el cariño, comprensión, apoyo y guía que nunca obtuve de mis padres ausentes, él me lo dio cuando más falta me hacía.
Especialmente durante mi adolescencia y mis primeros años de trabajo y universidad.
Cuando me corregía lo hacía con rectitud (y te aseguro que un maestro japonés, que no está en un anime y que parece un Samurai gritándote “ ¡Si puedes quejarte y hablar! ¡no estas cansado!…¡alegría! ” acojona mucho), esa rectitud de un maestro, que con cariño guía a su alumno. Un maestro que literalmente me hizo sudar y sangrar.
Quién me enseñó a luchar en la vida, a tener una postura firme, despejar cada golpe y adaptarme a cada adversario que se pusiese delante, a levantarme una y otra y otra vez a pesar del dolor y del cansancio.
Un maestro de vida, que cogió a un adolescente perdido, lo acogió entre sus brazos y lo guió hasta convertirse en un hombre honesto, fuerte y luchador incansable.
Te llevaré siempre en mi corazón.
Igual que me llevaré siempre tus enseñanzas…. Especialmente en nuestra última conversación cuando me dijiste:
“… Ahhh!!!! No has aprendido nada!!!
Las artes marciales no es una serie de ejercicios físicos!!
El Karate-do es poner el corazón en las cosas!!
¿Estás poniendo corazón en lo que haces? ….”
Te quiero maestro
Santiago José López Borrazás
Muy buenas:
Yo, a Kodama lo conocía desde joven, desde los 13 años. Allá, por el año 1.981, a finales, lo conocí personalmente. No llevaba mucho tiempo en España (un mes solo, porque, por lo que leo, empezó en Sevilla antes de estar en La Coruña).
Es una bella persona. No conozco a su mujer, ni a sus hijos (puede que no, a lo mejor los conozca sin saberlo. No lo sé, porque estoy en el trabajo y veo a miles de personas a diario).
Una de las cosas que él da, es la enseñanza de las técnicas del kárate-do, es, que te enseña muy bien y bastante rápido. Aunque, el japonés, para los que practicábamos, era algo difícil para entenderlo.
Lo que le ha costado es, enseñar bien al no tener soltura con el español en aquellos tiempos. Pero veo que con los años (ya fallecido), el español ya no era ningún problema para él.
Yo lo conocí mucho tiempo atrás. Es como he dicho, una bella persona.
Me falta por detallar a mucha gente que conozco (es demasiado). Es altamente largo y tendido. No lo voy a explayar aquí, que es dantesco.
Saludos…
Fran
Yo lo conocí hace muchos años cuando daban clase el y el maestro kimura.yo era un niño y toda mi infancia y adolescencia me enseñó los principios del karate do.El respecto y la humildad y siempre nos decía cuando nos concentrabamos buscar el ki tu energía interior.nosotros éramos niños no entendíamos nada.A medida que creci, gracias a la colaboración de José Luis y kodama que retomaron las riendas del gimnasio,yo me fui formando y aprendiendo que los límites están en tu cerebro.siempre mirar más lejos y todo con alegría.Hace cosa de un mes,me lo encontré en una panadería cerca de su gimnasio.llevaba mucho tiempo sin verlo no conocía su enfermedad,me dijo lo que tenía y apresar de la gravedad de su estado me dijo Fran: siempre hay que tener alegría y buscar la energía hasta el final.
Carlos Rey
Me enteré por el periódico del fallecimiento del maestro Kodama y la primera sensación fue parecida a la que se comentó por aquí de que los alumnos parecían no envejecer, pues con Kodama que siempre ha estado ahí me ha costado asimilarlo pues Kodama siempre, siempre estaba y mas que comentar alguna enseñanza de él quiero compartir tu articulo con lo siguiente: Kodama es integridad, es entrega, perseverancia y un ejemplo a seguir. Desde luego su !mas bajo, mas lejos! (hasta perder el equilibro e hincar la rodilla) y su «alegría» describen perfectamente su impronta de darlo todo en el tatami.
Cuando volví, después de diez – doce años fuera, me sorprendió la pregunta que me hizo y que todavía hoy no se el trasfondo porque tras mi respuesta se quedó pensando, asintió y se encaminó al gimnasio a dar clase.
Me preguntó ¿has notado algún cambio en el gimnasio? ¿Cómo lo ves? yo le contesté «igual que siempre» y no se porqué pero creo que le gustó la respuesta. Un misterio que quizás sepa José Luis pues el… !me hizo la misma pregunta!.
Soy Carlos, aunque por el nombre no me vais a reconocer ya que solo estuve 16 años; 12 años seguidos, otros tantos fuera y 4 años mas hasta que hube de venirme por motivos de trabajo a Barcelona.
Solo una cosa más ( y pensé que no podría decir nada que no se haya dicho, pero he empezado a recordar y recordar….) que refleja que Kodama y su Karate era algo mas que un arte marcial. Cuando me desplazo a Coruña suelo encontrarme con antiguos practicantes a los que la primera vez que los saludé ni ellos sabían mi nombre ni yo el de ellos pero al saludarlos les decía » del Shotokan, del maestro Kodama» nos saludamos desde hace años pero no me preguntes el nombre porque sigo sin saberlo.
Gracias Maestro por toda la paciencia que tuviste conmigo.
Miguel
Gracias por el artículo, es muy acertado.
Pregunté una vez a Kodama Sensei por la manera correcta de meditar. Yo quería saber si debía visualizar algo en concreto, centrarme en los «chakras» que propone la tradición india, respirar de determinada manera, adoptar una u otra postura… Necesitaba instrucciones precisas.
Kodama Sensei, viendo mis tribulaciones, mi necesidad de articular un corpus bien definido de creencias y prácticas, me respondió: «Hazlo sencillo, no te compliques. En Karate es igual, cuanto más sencillo, mejor».
Intento aún extraer toda la sabiduría que contienen esas frases, aplicarlas a mi vida cotidiana, porque tenía toda la razón. Cuanto más nos complicamos, más nos alejamos de la bondad, la verdad y la belleza.
Gracias, maestro.
OS